A diferencia de un edificio ‘normal’, uno neutro de carbono emplea diversos sistemas para limitar a cero el balance de sus emisiones de CO2. La naturaleza, el bolsillo y la salud humana se benefician de sus cualidades.

Según datos ofrecidos por Eurostat, los edificios consumen más energía que los medios de transporte o la industria por culpa de los combustibles fósiles. Prácticas relativamente recientes como un mayor consumo de gas natural o la presencia de gases fluorados en distintos electrodomésticos protagonizan el cambio.

La urbanización inglesa de Hanham Hall, en Bristol, o el proyecto de Logroño Montecorvo, en La Rioja, son algunos de los ejemplos recientes que avalan esta tendencia, también promovida desde Solar Two o Desafío 2030, otras dos iniciativas destacadas.

Fuente: www.revistaseccion.com